domingo, 15 de noviembre de 2009

¿Nos Gobiernan o Nos Someten?

Antes de participar en la vida pública, aunque sea a nivel local, tenía la creencia de que el debate y el acuerdo eran dos hechos que se daban habitualmente entre los gobiernos y la oposición y a cualquier nivel de la vida democrática en un país que se considera una “democracia avanzada”, tal como reza en nuestra Constitución de 1978. También, los que hemos vivido los cambios políticos de España, pensábamos que el hecho de aceptar una ideología política no era sinónimo de aceptar una servidumbre de conciencia, ya que este último supuesto se le ha atribuido siempre a la profesión de una creencia religiosa. ¡Nada más lejos de la realidad!
Leyendo y escuchando las opiniones que los medios de comunicación han vertido en estos últimos dias, llega uno a la conclusión de que la “servidumbre de conciencia” no está instaurada por la ideología de los partidos políticos, sino que la instaura EL que preside cada partido y lo hace a SU exclusiva voluntad en base a conseguir mantenerse en la cima de cada organización política y, por lo tanto, mantenerse en la poltrona de la cuota de poder que su partido es capaz de lograr; claro está que con los votos que los ciudadanos libremente les adjudicamos. ¿Somos conscientes los ciudadanos del PODER de NUESTRO VOTO?
Desde hace unos meses nuestra sociedad se está sumergiendo en una situación de precariedad o dificultad superior a la habitual en lo que ha sido nuestra vida cotidiana. Vemos como desaparecen las oportunidades laborales y profesionales, también conocemos de iniciativas de negocio o empresariales que, desafortunadamente, no progresan y, también, nos dicen los jóvenes que no consiguen iniciar una vida laboral digna y con futuro. No trato con este comentario de presentar una situación negativa ni catastrofista, pero creo que sí se aproxima a la realidad de hoy.
Ante los hechos que todos conocemos, nos preguntamos ¿qué hacen los gobernantes? O, quizás la pregunta real sería ¿qué hace EL que gobierna? Porque a la vista está el cómo se trata a la ciudadanía por aquellos que dirigen la vida pública, ya sea la nacional o la local; y no menciono a la autonomía porque es ésta última la que mayor despilfarro y desgobierno ha traído a nuestro país.
Estamos en una ciudad que ha sido principal en su provincia; que ha llegado, incluso, a rivalizar por la capitalidad provincial; pero la actuación de los gobiernos locales, siguiendo las consignas de sus partidos, tomaron la senda del gobierno fácil (especulación) y el gasto inútil (despilfarro) basados en una extraordinaria recaudación por impuestos y tasas que exigía una mínima capacidad de gestión económica. Todo ha sido muy fácil hasta ahora. ¡Ay, amigo! Pero ahora que la abundancia ha mermado es cuando se tiene que demostrar la capacidad para gobernar; y gobernar es gestionar unos servicios de calidad a un coste razonable.
Cuando el gobierno no se ha aplicado con el cuidado debido, entonces surgen la situaciones tensas, obscuras, de no dejar ver; por si nos ponen en evidencia de que las cosas se podían haber hecho mejor y las arcas municipales podían estar más llenas y no tendríamos que pedir más dinero a nuestros vecinos, aumentando los tributos; ni a las entidades de crédito y que luego hay que devolver con los tributos que pagamos los vecinos. Cuando la acción de gobierno no ha sido la adecuada surge la propaganda política y los voceros del sistema gritan a los cuatro vientos: “Si no hay dinero ¿cómo quieren que demos servicios?”, o este otro eslogan: “lo que pide usted es muy simple, no se cobra y reducimos las prestaciones”. ¡Pues NO!, señor. Lo que hay que hacer en gestionar mejor, buscar las soluciones más eficaces, exigir la máxima profesionalidad, en definitiva: GOBERNAR.
Curiosamente, el planteamiento que impera en esta España nuestra no es, precisamente, el satisfacer las demandas de la ciudadanía a un coste razonable, tal como hemos mencionado antes. Es, mas bien, convencer mediáticamente a los ciudadanos que estamos recibiendo el mejor de los servicios posibles y para ello hay que contribuir sin discutir el “cuanto” y el “por qué”. Esto supone SOMETER a los ciudadanos a una esclavitud económica impropia de un estado democrático y de derecho. Hasta hoy, a los gobernantes no les preocupa la capacidad económica de sus vecinos o ciudadanos, sino que dan por sentado que “todos pagarán por miedo a la administración”, y esto es así porque en los más de treinta años de falsa democracia NO se HA FORMADO a los ciudadanos en lo que implica vivir en un “estado democrático y de derecho”; porque NO se HA QUERIDO que la ciudadanía sepa que es ella misma, y NO los partidos políticos, quién decide las personas físicas que le han de gobernar; porque NO se HA DICHO a los ciudadanos que somos nosotros los que tenemos el DRECHO a EXIGIR y los políticos la OBLIGACIÓN de SATISFACER nuestras exigencias; pero ¡NUNCA AL CONTRARIO!
Precisamente, si los políticos denominados demócratas hubiesen practicado la FORMACIÓN democrática, facilitado la expresión DIRECTA de la VOLUNTAD popular y SATISFECHO las exigencias de la ciudadanía es muy probable que la situación política y económica de España fuese bien distinta de la actual. Pero, ¡Claro!, esto hubiera supuesto que nuestros representantes políticos habrían gobernado, en lugar de producirse la total intervención del Estado (incluyanse las autonomías) en el desarrollo social y formativo de las personas, junto con un férreo sometimiento a la autoridad administrativa gobernante. Con estas acciones se ha conseguido que el PUEBLO NO se inmute ante los panoramas de corrupción económico-política, abuso de poder y falta de justicia; porque este pueblo se ve SOMETIDO a necesidades mucho más urgentes como son: asumir las subidas de impuestos, dar futuro a su propia vida laboral o mantener la integridad de su familia; todo ello sin apreciar en los gobernantes más preocupación que la ansiedad en la recaudación y el despilfarro en el gasto.
Dicho todo lo anterior, no nos queda más remedio que terminar culpando al pueblo de lo que ocurre porque, a diferencia de otras épocas, HOY nos gobiernan los miembros del partido al que la ciudadanía ha otorgado sus votos. A diario surge la pregunta: ¿... y qué hacemos?, o ¿...a quién votamos? La respuesta es bastante inmediata: “¡a ustedes mismos!”, porque no se puede admitir el rechazo ciudadano a participar en la vida política de su comunidad, o de su país. Sí, como hasta ahora, nos negamos a dar generosamente un poco de nuestro tiempo a la comunidad política de la somos parte integrante, ¡no se quejen! Porque en lugar de ser gobernados se verán SOMETIDOS.
                            José Manuel Pena Fandiño
                            Concejal del PLJ en Valdepeñas

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